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Date: Fri, 10 Jan 97 09:59:01    
Subject: M-G: La crisis del Peru 


Articulos sobre la crisis en el peru abierta por la toma de la embajada 
reproducidos de Prensa Obrera de Argentina 525 - 26/12/96.



Que un grupo como el MRTA, al que el propio gobierno calificó como 
"extinguido", haya logrado dar un golpe de tamaña envergadura en un objetivo 
tan estratégico como la embajada del Japón (segundo prestamista del Perú), 
en un día tan ‘particular’ (allí se encontraba reunida la ‘comunidad 
diplomática’ de Lima y la ‘flor y nata’ del propio régimen: varios 
ministros, jefes policiales y hasta familiares de Fujimori), es un signo de 
la notable impotencia de los organismos de inteligencia del Estado, que 
fueron tomados por completo de sorpresa. En un país militarizado como el 
Perú, donde el poder efectivo –según el Financial Times (19/12)– lo ejerce 
un ‘triunvirato’ conformado por el propio Fujimori, Vladimiro Montesinos 
(jefe de los servicios de inteligencia) y el general Nicolás Hermoza (jefe 
del comando conjunto de las fuerzas armadas), semejante incompetencia es el 
síntoma de una imparable crisis política. 

El golpe de mano del MRTA vino a agudizar, en realidad, una crisis política 
que ya se había manifestado abiertamente en las denuncias del general Robles 
sobre las masacres perpetradas por las Fuerzas Armadas. "De acuerdo a 
Michael Shifter, un experto en Perú del Interamerican Dialogue (un instituto 
cercano al actual gobierno demócrata de los Estados Unidos), el ataque 
ocurrió mientras los militares parecían haber estado focalizando excesiva 
atención en desacreditar al general Robles" (ídem). Otra manifestación de la 
crisis del régimen fujimorista son las denuncias públicas que involucran a 
Montesinos (el segundo hombre del régimen), y a otras prominentes figuras 
del entorno presidencial, en el tráfico de drogas y en escándalos de 
corrupción. 

Más aún, con el golpe de mano del MRTA nos venimos a enterar que el famoso 
‘milagro’ económico peruano no es tal: la recesión domina al país, la 
pobreza ha crecido todavía más en los últimos tiempos (el 50% de la 
población peruana se encuentra por debajo del ‘límite de pobreza’) y la 
desocupación y subocupación alcanzan al 90% de la población (Página/12, 
22/12). 

La manifestación ‘estadística’ de esta crisis es la fenomenal caída de 
Fujimori en las encuestas: del 70% al 48%, en apenas un solo año. 

Esto explica el carácter de fachada que ofrece la unidad de la burguesía 
frente a la toma de la embajada. En el mismo momento de la ocupación, la 
mayoría de la Corte Suprema (5 sobre 7 miembros, todos ellos designados por 
el propio Fujimori) votaba la inconstitucionalidad de la reformal legal que 
le permitía una tercera reelección (Clarín, 28/12). 

La ocupación de la embajada puso al desnudo el enfrentamiento entre los 
imperialismos yanqui y japonés —el primero reclamando el retome violento de 
la embajada para liquidar definitivamente a Fujimori; el segundo, al revés, 
en favor de una ‘negociación pacífica’. Es que el gobierno de Fujimori ha 
dado una posibilidad enorme a la penetración económica japonesa, que los 
monopolios norteamericanos ahora están empeñados en limitar. Los términos de 
la ‘negociación pacífica’ serían la desocupación de la embajada a cambio de 
un mejoramiento de la situación carcelaria de los presos políticos y un 
futuro inicio de negociaciones para la ‘integración política’ del MRTA.

Pero como Fujimori ha sido mortalmente herido por la decisión de la Corte, 
no hay que descartar que esté preparando una masacre y un cambio de bando 
hacia los yanquis.


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Ningún demócrata puede menos que sostener totalmente el reclamo de libertad 
de los presos políticos que formulan los guerrilleros del MRTA que ocupan la 
embajada japonesa en Lima. 

Los presos políticos peruanos son las víctimas de un régimen terrorista. 
Fueron ‘condenados’ por jueces militares que actuaban encapuchados, en 
procesos secretos sumarísimos, sustanciados en base a ‘leyes de excepción’, 
a acusaciones formuladas por la inteligencia militar, con confesiones 
obtenidas bajo torturas y sin acceso a ninguna defensa por parte de los 
acusados. En esta parodia de ‘justicia’, los acusados ya están condenados 
antes de ser juzgados.

Las condiciones a que están sometidos en las llamadas ‘cárceles-tumba’ son 
espantosamente inhumanas. Las celdas son cubículos de concreto de 5 metros 
cuadrados, en los cuales los detenidos no tienen luz artificial, no pueden 
leer y no tienen acceso a la radio o a la TV. Muchas de estas celdas, las 
destinadas a presos ‘peligrosos’, están construidas bajo tierra. Después de 
pasar el primer año de detención en completo aislamiento —es decir, sin ver 
a ninguna persona durante ese lapso—, se les permite un paseo diario de 
media hora, sin contacto con ningún otro preso. Las restantes horas del día 
permanecen encerrados en sus celdas, sin contacto ni siquiera con los 
carceleros (los alimentos les son entregados mediante un sistema que les 
impide verlos). Las únicas visitas permitidas (después de cumplido el primer 
año de aislamiento total) son las de los familiares: una vez por mes y sin 
que se autorice el menor contacto físico. No están permitidas las visitas de 
sus abogados. La provisión de agua diaria, para todas las necesidades, es de 
apenas cuatro litros. 

Tres días antes de la toma de la embajada, los presos del MRTA habían 
iniciado una huelga de hambre para protestar contra estas bárbaras 
condiciones de detención. Varios de sus familiares han denunciado la 
posibilidad de que sean ejecutados como consecuencia de la toma de la 
embajada.

Estas son las condiciones a que están sometidos los presos políticos en un 
régimen que ha liquidado las libertades democráticas y que ha cometido un 
sinfín de masacres contra los campesinos. Poco antes de la ocupación de la 
embajada, el régimen de Fujimori fue sacudido por las denuncias de uno de 
sus propios generales —Rodolfo Robles— acerca de las masacres perpetradas 
por las fuerzas represivas durante la ‘guerra sucia’. La conmoción creada 
por estas denuncias —que venían a confirmar centenares de denuncias de 
organismos de defensa de los derechos humanos de Perú y del extranjero— no 
le impidieron a Fujimori indultar a los integrantes del llamado ‘comando 
Colina’, un grupo paramilitar responsable reconocido de matanzas 
comprobadas. 

Las condiciones a que están sometidos los presos políticos peruanos no están 
dictadas por razones de ‘seguridad’ o ‘militares’, desde el momento en que 
el propio gobierno ha afirmado reiteradamente que los grupos guerrilleros 
están ‘en vías de extinción’. Se trata de una venganza de la burguesía 
peruana y el imperialismo, que pretenden quebrar física, síquica y 
moralmente a los militantes que —cualquiera fuera su orientación política— 
se levantaron contra la explotación y la opresión de las masas populares de 
Perú. Es por este motivo que —con completa independencia de nuestras 
críticas a las posiciones políticas del MRTA— respaldamos su reclamo de 
inmediata libertad a los presos políticos peruanos.


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Los objetivos políticos del MRTA


El MRTA es un grupo surgido a mediados de los ‘80, que a poco de andar, 
siguiendo la teoría del ‘foco’ guevarista, comenzó a desarrollar la lucha 
armada en la selva peruana. La represión fujimorista lo ha debilitado 
enormemente: sus principales dirigentes y la mayoría de sus militantes están 
presos, y son varios los que consideran que la toma de la embajada podría 
ser su ‘última carta’.

El objetivo político que persigue el MRTA con la toma de la embajada 
–coinciden analistas muy significativos, como el coronel retirado del 
ejército peruano José Balletti y Brian Jenkins, subdirector de la empresa de 
seguridad Kroll Associates, de Nueva York–, es forzar al gobierno a abrir 
una ‘negociación de paz’ que le permita ‘integrarse al proceso político’ 
como ‘un partido’ (The Wall Street Journal, 26/12). El ‘modelo’ del MRTA son 
los ‘acuerdos de paz’ de Colombia, El Salvador y, precisamente en estos 
días, Guatemala, que permitieron al M-19, al FMLN y a la UNRG, "dejar de ser 
movimientos clandestinos para convertirse en partido(s) político(s)" (ídem). 
Los propios voceros del MRTA en la embajada señalaron que ya hicieron el 
mismo ofrecimiento, sin éxito, en dos oportunidades (una a Alan García, la 
otra a Fujimori).

Uno de los secuestrados liberados por el MRTA, el director del periódico 
financiero Gestión, sostiene que el jefe de los guerrilleros que tomaron la 
embajada "insistió en la necesidad de ‘unificar fuerzas por un gobierno 
nacionalista, en alianza incluso con empresarios de esa orientación’", y que 
"dejó de lado toda referencia a suscribir un modelo económico estatista sino 
que se inclinó por un ‘sistema mixto’" (Ambito Financiero, 26/12). 
Precisamente, este giro privatista y ‘empresarial’ es el que ya 
describieron, ampliamente, el FMLN, el M-19 y la UNRG.

L.O.




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