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Date: Tue, 13 Feb 2001 10:22:20 -0400


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      10 de enero del 2001
    


Elecciones en EEUU: =BFsistema o farsa?

Edward W. Said
La Jornada

Por m=E1s de un mes, el mundo entero observ=F3 perplejo el espect=E1culo de las no resueltas elecciones presidenciales estadunidenses, al tiempo que George W. Bush y Al Gore empleaban a batallones de abogados para disputarse un re-sultado muy cerrado, tanto en Florida co-mo en las cortes supremas. El primer re-sultado que emergi=F3 de los sonidos y la furia de la contienda (adem=E1s de la victoria que fue finalmente otorgada a Bush por una Corte Suprema notoriamente de derecha) fue el reconocimiento de que Es-tados Unidos no es tanto una sociedad de leyes como una sociedad de abogados. Es-ta es la naci=F3n m=E1s litigante de la tierra, en la que, si cuentas con suficiente dinero y poder, puedes hacer pr=E1cticamente lo que sea, incluso ganar una elecci=F3n cuando est=E1 claro que perdiste. M=E1s de 3 mil millones de d=F3lares se gastaron en la campa=F1a, dinero suficiente para reconstruir y financiar por completo el sistema escolar de cualquier ciudad mediana de Estados Unidos. Lo que estaba en juego, tal como lo apunt=F3 el candidato ecologista Ralph Nader en su, al final, decepcionante campa=F1a, es un sistema de preferencias y me-cenazgos. Para cada uno de los dos candidatos, uno de ellos hijo de un ex presidente y el otro hijo de un ex senador, la perspectiva de la presidencia era, sobre todo, una cuesti=F3n de poder. Poder para mantener a literalmente miles, si no a millones, en la pr=F3spera posici=F3n de cargos designados, empleados y cabilderos, as=ED como a millones m=E1s en la industria, el ejército, la burocracia y las universidades. Todos es-tos sectores iban a beneficiarse en un ca- so, y a perder, relativamente, con la op-ci=F3n contraria. As=ED, con el regreso de la administraci=F3n republicana en Washington habr=E1 un retorno a la ciudad de las viejas huestes de Ronald Reagan y George Bush (padre), encabezadas por Dick Cheney y James Baker, quienes parecen haberse dedicado a hacer tiempo y jugar golf mientras el presidente Bill Clinton y su gente manejaban el mundo. Los cambios, en términos de riqueza y prestigio, no deben subestimarse.

Pero volviendo al tema de la ley y los abogados, después de a=F1os de estar enviando a observadores estadunidenses a supervisar elecciones en el Tercer Mundo, bajo el su-puesto de que los estadunidenses encabeza el proceso democr=E1tico en el mundo, me sorprende que Kabila, en Congo, y Mugabe, en Uganda, no hayan sugerido enviar a su gente a Estados Unidos a hacer encuestas y ayudar a manipular nuestras elecciones. Lo que qued=F3 claro, tras los interminables reportes noticiosos desde Florida, fue que las elecciones en Estados Unidos son alarmantemente anticuadas, inequitativas, y se basan en reglas y leyes desordenadas, dise=F1adas para mantener excluido al mayor n=FAmero posible de pobres y re-chazados. M=E1s importante a=FAn, el sistema ideol=F3gico de Estados Unidos --después de estar a punto de derrumbarse por completo-- nuevamente se salv=F3 gracias al papeleo que logr=F3 retirar la atenci=F3n de una lu-cha digna de la selva de todos contra todos, que es la realidad cuando se trata de ganar un premio =FAltimo que consiste en el poder y el dinero.

Las inequidades de Florida fueron s=F3lo de Florida. Si los recuentos hubiesen empezado en Iowa, Nuevo México, Wisconsin y Maryland, toda la estructura se habr=EDa desmoronado efectivamente, y revelado que se trata de un castillo de papel con ci-mientos muy débiles y dise=F1ado, como puede verse en un an=E1lisis final, para evitar que el p=FAblico piense a fondo y de manera cr=EDtica. =BFQué significa, por lo tanto, que un candidato haya ganado el voto popular y el otro haya ganado la elecci=F3n debido a una decisi=F3n tomada por un jurado formado por nueve miembros de una Corte Suprema que fue elegida por cinco republicanos de derecha que votaron en favor de su partido, con base en la construcci=F3n de una aburrida defensa de los principios y la equidad que surgi=F3 de otros cuatro republicanos? Esto, ciertamente, no puede ser llamado democracia, ni tampoco todo lo que ocurri=F3.

Lo que yo sab=EDa desde un principio es que no existe una ley federal uniforme de elecci=F3n que garantice los mismos derechos y el mismo aparato electoral para cada ciudadano. En Florida, por ejemplo, el estado re-glament=F3 que nadie que haya sido acusado alguna vez de un delito tiene permitido vo-tar. Esto significa que cerca de un mill=F3n de personas, la mayor=EDa de ellas pobres o ne-gros, no tuvieron derecho a votar por el presidente. Adicionalmente, cada estado del pa=EDs tiene su propio tipo de m=E1quina y estilo de votaci=F3n: esto implica toda la ga-ma existente entre las m=E1quinas m=E1s mo-dernas hasta los m=E1s primitivos trozos de papel perforados a mano. Por lo tanto, ca-be esperar cualquier cantidad de discrepancias en los resultados.

Existe, adem=E1s, otro elemento. Sobre to-do en los estados del sur, donde los derechos civiles federales y los estatutos de vo-taci=F3n no son muy respetados, hubo mu-chas denuncias de negros (tanto familias como individuos) de que polic=EDas blancos les impidieron votar. Todo tipo de cargos exagerados fueron manufacturados como pretexto, desde conducir con una licencia invalidada hasta no haberse registrado. Debido a que el Partido Dem=F3crata atrae el voto de los votantes indigentes y/o de minor=EDas, quienes tienen la impresi=F3n de que los dem=F3cratas son m=E1s progresistas que los republicanos, esto implic=F3 que Gore perdiera una buena cantidad de votos potenciales. Esto adem=E1s de las 90 mil personas en Florida que votaron por Ralph Nader.

Como si esto fuera poco para dejar claro que George W. Bush no ten=EDa absolutamente ninguna oportunidad real de convertirse en presidente a no ser como resultado de irregularidades f=EDsicas y pol=EDticas suscitadas en el estado, por dem=E1s reaccionario, de Florida, cuyo gobernador, Jeb Bush, es hermano de George, y donde existe adem=E1s un sistema electoral antidemocr=E1tico heredado de la oligarqu=EDa y la esclavitud. El hecho que esto se haya tolerado es del todo inexplicable. El sistema se dise=F1=F3 originalmente en el siglo XVIII para proteger a la propiedad y a la raza, de manera tal que la elecci=F3n se celebrara s=F3lo para que fuera vuelta a ratificar (o no) por un peque=F1o grupo de electores designados que confirmar=EDan (o no) los resultados. Este es el gru-po que Bush gan=F3 para su conveniencia, pese a que el voto popular (del principio una persona, un voto) estuvo en su contra.

=BFEs esto inusual? S=ED y no. Es cierto que s=F3lo hubo otra elecci=F3n en la historia de Estados Unidos en la que fue posible que alguien ganara el voto popular y otro candidato se convirtiera en presidente, pero también es cierto que todo el sistema funciona esencialmente m=E1s como una forma de control que como un medio de participaci=F3n democr=E1tica. Nunca sabremos cu=E1ntos abusos ocurrieron en el pasado. S=F3lo 2 por ciento de la poblaci=F3n es due=F1o de 80 por ciento de la riqueza, y con el fin de conservar esta desproporci=F3n, las mayor=EDas deben estar ideol=F3gicamente bajo control, o mantenerse fuera del sistema; de preferencia ambos. No m=E1s de 35 o 40 por ciento de los ciudadanos habilitados para votar lo hicieron porque pensaron, y con mucha raz=F3n, que su voto no significa lo que deber=EDa. Lo que cuenta es que los candidatos ricos puedan manipular los mecanismos del voto y/o los de los medios (de preferencia ambos) y garantizar la ausencia de cambios que ha mantenido a Estados Unidos como un pa=EDs muy rico, sustentado por una clase media que aspira, o que cree que aspira, al sue=F1o americano. Es la sobrevivencia de este sue=F1o, con la subyacente convicci=F3n de que es necesario perpetuar su sistema, es lo que ha hecho que este pa=EDs sea extraordinariamente anacr=F3nico en comparaci=F3n con otras democracias industrializadas. No es de extra=F1ar que Estados Unidos haya desmantelado de manera efectiva la mayor=EDa de los atributos del Estado social (con la ausencia de seguros de salud, seguro social, con los sindicatos perpetuamente amenazados, un sistema educacional mal fundamentado, e interminables quejas contra los "gastos del gobierno" en programas sociales, al mismo tiempo que el presupuesto de defensa excede los 350 mil millones de d=F3lares, el m=E1s grande de la historia, y sistemas carcelarios y policiacos particularmente punitivos). El mercado se impone sobre todas las cosas, sin importar la justicia y seguridad a la que cada ciudadano tiene derecho.

No quiero que se me mal entienda y se crea que estoy diciendo que todos en Estados Unidos han sufrido un lavado de cerebro. Lejos de eso. Lo que quiero se=F1alar es lo siguiente: a) el sistema favorece a los ricos y poderosos (una de las razones por las que Bush gan=F3 fue que gast=F3 m=E1s dinero que cualquiera), y de hecho, trabaja pa-ra preservar su ascendencia por m=FAltiples v=EDas, incluyendo los sistemas electoral e ideol=F3gico, al mismo tiempo que el mundo est=E1 inundado con la ret=F3rica estadunidense sobre la democracia y la libertad, la ma-yor parte de ella equivocada y propagand=EDstica; b) en realidad, existe una lucha constante en Estados Unidos en la que to-dos los que carecen de ventajas, incluidas las mujeres las minor=EDas raciales y los trabajadores de bajos ingresos como los maestros y enfermeros, tratan de combatir al sistema con diversos grados de éxito. Pero en estos momentos la lucha es de lo m=E1s desalentadora, a medida de que los efectos del libre mercado socavan el trabajo en fa-vor de los grandes patrones que son mi-mados por el gobierno mediante leyes tributarias favorables, agujeros en las legislaciones de pagos a la seguridad social y pr=E1cticas laborales injustas.

Para m=ED, el sistema ideol=F3gico es el m=E1s interesante. Dado que llegué a este pa=EDs hasta después de concluir mi educaci=F3n secundaria, quedé sorprendido y sigo fascinado ante c=F3mo la poderosa presencia de violencia y conflicto en esta sociedad es ru-tinariamente enmascarada y cubierta por una ret=F3rica todopoderosa y un interminable flujo de pensamiento pacificador, en el que se resalta la unidad del pa=EDs, la perfecci=F3n de la pr=E1ctica y teor=EDa democr=E1tica, la animada y siempre positiva influencia de la Constituci=F3n (que a pesar de ser un documento secular que reflejaba a los hombres ricos, blancos, tratantes de esclavos y an-gl=F3filos que lo escribieron, es tratada con la reverencia que los buenos fundamentalistas de cualquier lugar reservan a sus escrituras). También resalta la satisfacci=F3n en torno al idealismo p=FAblico y la total benevolencia hacia todo lo que se relacione con Estados Unidos, considerada la naci=F3n m=E1s excepcional que jam=E1s haya existido. Sospecho que esto ya se inserta en los ni=F1os en la escuela, de manera que a los 12 o 13 a=F1os, la mayor=EDa de los ellos --una vez que se impidi=F3 el nacimiento del sentido cr=EDtico del individuo-- se convierten en adultos que tienden a creer en todo esto, y en caso contrario, no tienen ni la menor oportunidad de lograr un espacio p=FAblico para ex-presar sentimientos diferentes.


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10 de enero del 2001

Elecciones en EEUU: =BFsistema o farsa?

Edward W. Said
La Jornada

Por m=E1s de un mes, el mundo entero observ=F3 perplejo el espect=E1culo de las no resueltas elecciones presidenciales estadunidenses, al tiempo que George W. Bush y Al Gore empleaban a batallones de abogados para disputarse un re-sultado muy cerrado, tanto en Florida co-mo en las cortes supremas. El primer re-sultado que emergi=F3 de los sonidos y la furia de la contienda (adem=E1s de la victoria que fue finalmente otorgada a Bush por una Corte Suprema notoriamente de derecha) fue el reconocimiento de que Es-tados Unidos no es tanto una sociedad de leyes como una sociedad de abogados. Es-ta es la naci=F3n m=E1s litigante de la tierra, en la que, si cuentas con suficiente dinero y poder, puedes hacer pr=E1cticamente lo que sea, incluso ganar una elecci=F3n cuando est=E1 claro que perdiste. M=E1s de 3 mil millones de d=F3lares se gastaron en la campa=F1a, dinero suficiente para reconstruir y financiar por completo el sistema escolar de cualquier ciudad mediana de Estados Unidos. Lo que estaba en juego, tal como lo apunt=F3 el candidato ecologista Ralph Nader en su, al final, decepcionante campa=F1a, es un sistema de preferencias y me-cenazgos. Para cada uno de los dos candidatos, uno de ellos hijo de un ex presidente y el otro hijo de un ex senador, la perspectiva de la presidencia era, sobre todo, una cuesti=F3n de poder. Poder para mantener a literalmente miles, si no a millones, en la pr=F3spera posici=F3n de cargos designados, empleados y cabilderos, as=ED como a millones m=E1s en la industria, el ejército, la burocracia y las universidades. Todos es-tos sectores iban a beneficiarse en un ca- so, y a perder, relativamente, con la op-ci=F3n contraria. As=ED, con el regreso de la administraci=F3n republicana en Washington habr=E1 un retorno a la ciudad de las viejas huestes de Ronald Reagan y George Bush (padre), encabezadas por Dick Cheney y James Baker, quienes parecen haberse dedicado a hacer tiempo y jugar golf mientras el presidente Bill Clinton y su gente manejaban el mundo. Los cambios, en términos de riqueza y prestigio, no deben subestimarse.

Pero volviendo al tema de la ley y los abogados, después de a=F1os de estar enviando a observadores estadunidenses a supervisar elecciones en el Tercer Mundo, bajo el su-puesto de que los estadunidenses encabeza el proceso democr=E1tico en el mundo, me sorprende que Kabila, en Congo, y Mugabe, en Uganda, no hayan sugerido enviar a su gente a Estados Unidos a hacer encuestas y ayudar a manipular nuestras elecciones. Lo que qued=F3 claro, tras los interminables reportes noticiosos desde Florida, fue que las elecciones en Estados Unidos son alarmantemente anticuadas, inequitativas, y se basan en reglas y leyes desordenadas, dise=F1adas para mantener excluido al mayor n=FAmero posible de pobres y re-chazados. M=E1s importante a=FAn, el sistema ideol=F3gico de Estados Unidos --después de estar a punto de derrumbarse por completo-- nuevamente se salv=F3 gracias al papeleo que logr=F3 retirar la atenci=F3n de una lu-cha digna de la selva de todos contra todos, que es la realidad cuando se trata de ganar un premio =FAltimo que consiste en el poder y el dinero.

Las inequidades de Florida fueron s=F3lo de Florida. Si los recuentos hubiesen empezado en Iowa, Nuevo México, Wisconsin y Maryland, toda la estructura se habr=EDa desmoronado efectivamente, y revelado que se trata de un castillo de papel con ci-mientos muy débiles y dise=F1ado, como puede verse en un an=E1lisis final, para evitar que el p=FAblico piense a fondo y de manera cr=EDtica. =BFQué significa, por lo tanto, que un candidato haya ganado el voto popular y el otro haya ganado la elecci=F3n debido a una decisi=F3n tomada por un jurado formado por nueve miembros de una Corte Suprema que fue elegida por cinco republicanos de derecha que votaron en favor de su partido, con base en la construcci=F3n de una aburrida defensa de los principios y la equidad que surgi=F3 de otros cuatro republicanos? Esto, ciertamente, no puede ser llamado democracia, ni tampoco todo lo que ocurri=F3.

Lo que yo sab=EDa desde un principio es que no existe una ley federal uniforme de elecci=F3n que garantice los mismos derechos y el mismo aparato electoral para cada ciudadano. En Florida, por ejemplo, el estado re-glament=F3 que nadie que haya sido acusado alguna vez de un delito tiene permitido vo-tar. Esto significa que cerca de un mill=F3n de personas, la mayor=EDa de ellas pobres o ne-gros, no tuvieron derecho a votar por el presidente. Adicionalmente, cada estado del pa=EDs tiene su propio tipo de m=E1quina y estilo de votaci=F3n: esto implica toda la ga-ma existente entre las m=E1quinas m=E1s mo-dernas hasta los m=E1s primitivos trozos de papel perforados a mano. Por lo tanto, ca-be esperar cualquier cantidad de discrepancias en los resultados.

Existe, adem=E1s, otro elemento. Sobre to-do en los estados del sur, donde los derechos civiles federales y los estatutos de vo-taci=F3n no son muy respetados, hubo mu-chas denuncias de negros (tanto familias como individuos) de que polic=EDas blancos les impidieron votar. Todo tipo de cargos exagerados fueron manufacturados como pretexto, desde conducir con una licencia invalidada hasta no haberse registrado. Debido a que el Partido Dem=F3crata atrae el voto de los votantes indigentes y/o de minor=EDas, quienes tienen la impresi=F3n de que los dem=F3cratas son m=E1s progresistas que los republicanos, esto implic=F3 que Gore perdiera una buena cantidad de votos potenciales. Esto adem=E1s de las 90 mil personas en Florida que votaron por Ralph Nader.

Como si esto fuera poco para dejar claro que George W. Bush no ten=EDa absolutamente ninguna oportunidad real de convertirse en presidente a no ser como resultado de irregularidades f=EDsicas y pol=EDticas suscitadas en el estado, por dem=E1s reaccionario, de Florida, cuyo gobernador, Jeb Bush, es hermano de George, y donde existe adem=E1s un sistema electoral antidemocr=E1tico heredado de la oligarqu=EDa y la esclavitud. El hecho que esto se haya tolerado es del todo inexplicable. El sistema se dise=F1=F3 originalmente en el siglo XVIII para proteger a la propiedad y a la raza, de manera tal que la elecci=F3n se celebrara s=F3lo para que fuera vuelta a ratificar (o no) por un peque=F1o grupo de electores designados que confirmar=EDan (o no) los resultados. Este es el gru-po que Bush gan=F3 para su conveniencia, pese a que el voto popular (del principio una persona, un voto) estuvo en su contra.

=BFEs esto inusual? S=ED y no. Es cierto que s=F3lo hubo otra elecci=F3n en la historia de Estados Unidos en la que fue posible que alguien ganara el voto popular y otro candidato se convirtiera en presidente, pero también es cierto que todo el sistema funciona esencialmente m=E1s como una forma de control que como un medio de participaci=F3n democr=E1tica. Nunca sabremos cu=E1ntos abusos ocurrieron en el pasado. S=F3lo 2 por ciento de la poblaci=F3n es due=F1o de 80 por ciento de la riqueza, y con el fin de conservar esta desproporci=F3n, las mayor=EDas deben estar ideol=F3gicamente bajo control, o mantenerse fuera del sistema; de preferencia ambos. No m=E1s de 35 o 40 por ciento de los ciudadanos habilitados para votar lo hicieron porque pensaron, y con mucha raz=F3n, que su voto no significa lo que deber=EDa. Lo que cuenta es que los candidatos ricos puedan manipular los mecanismos del voto y/o los de los medios (de preferencia ambos) y garantizar la ausencia de cambios que ha mantenido a Estados Unidos como un pa=EDs muy rico, sustentado por una clase media que aspira, o que cree que aspira, al sue=F1o americano. Es la sobrevivencia de este sue=F1o, con la subyacente convicci=F3n de que es necesario perpetuar su sistema, es lo que ha hecho que este pa=EDs sea extraordinariamente anacr=F3nico en comparaci=F3n con otras democracias industrializadas. No es de extra=F1ar que Estados Unidos haya desmantelado de manera efectiva la mayor=EDa de los atributos del Estado social (con la ausencia de seguros de salud, seguro social, con los sindicatos perpetuamente amenazados, un sistema educacional mal fundamentado, e interminables quejas contra los "gastos del gobierno" en programas sociales, al mismo tiempo que el presupuesto de defensa excede los 350 mil millones de d=F3lares, el m=E1s grande de la historia, y sistemas carcelarios y policiacos particularmente punitivos). El mercado se impone sobre todas las cosas, sin importar la justicia y seguridad a la que cada ciudadano tiene derecho.

No quiero que se me mal entienda y se crea que estoy diciendo que todos en Estados Unidos han sufrido un lavado de cerebro. Lejos de eso. Lo que quiero se=F1alar es lo siguiente: a) el sistema favorece a los ricos y poderosos (una de las razones por las que Bush gan=F3 fue que gast=F3 m=E1s dinero que cualquiera), y de hecho, trabaja pa-ra preservar su ascendencia por m=FAltiples v=EDas, incluyendo los sistemas electoral e ideol=F3gico, al mismo tiempo que el mundo est=E1 inundado con la ret=F3rica estadunidense sobre la democracia y la libertad, la ma-yor parte de ella equivocada y propagand=EDstica; b) en realidad, existe una lucha constante en Estados Unidos en la que to-dos los que carecen de ventajas, incluidas las mujeres las minor=EDas raciales y los trabajadores de bajos ingresos como los maestros y enfermeros, tratan de combatir al sistema con diversos grados de éxito. Pero en estos momentos la lucha es de lo m=E1s desalentadora, a medida de que los efectos del libre mercado socavan el trabajo en fa-vor de los grandes patrones que son mi-mados por el gobierno mediante leyes tributarias favorables, agujeros en las legislaciones de pagos a la seguridad social y pr=E1cticas laborales injustas.

Para m=ED, el sistema ideol=F3gico es el m=E1s interesante. Dado que llegué a este pa=EDs hasta después de concluir mi educaci=F3n secundaria, quedé sorprendido y sigo fascinado ante c=F3mo la poderosa presencia de violencia y conflicto en esta sociedad es ru-tinariamente enmascarada y cubierta por una ret=F3rica todopoderosa y un interminable flujo de pensamiento pacificador, en el que se resalta la unidad del pa=EDs, la perfecci=F3n de la pr=E1ctica y teor=EDa democr=E1tica, la animada y siempre positiva influencia de la Constituci=F3n (que a pesar de ser un documento secular que reflejaba a los hombres ricos, blancos, tratantes de esclavos y an-gl=F3filos que lo escribieron, es tratada con la reverencia que los buenos fundamentalistas de cualquier lugar reservan a sus escrituras). También resalta la satisfacci=F3n en torno al idealismo p=FAblico y la total benevolencia hacia todo lo que se relacione con Estados Unidos, considerada la naci=F3n m=E1s excepcional que jam=E1s haya existido. Sospecho que esto ya se inserta en los ni=F1os en la escuela, de manera que a los 12 o 13 a=F1os, la mayor=EDa de los ellos --una vez que se impidi=F3 el nacimiento del sentido cr=EDtico del individuo-- se convierten en adultos que tienden a creer en todo esto, y en caso contrario, no tienen ni la menor oportunidad de lograr un espacio p=FAblico para ex-presar sentimientos diferentes.

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